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del Padre Francisco Verar

MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA REINA DE LA PAZ DEL MES DE FEBRERO DE 2008 Y REFLEXIÓN DEL P. FRANCISCO Á. VERAR - MEDJUGORIE-BOSNIA HERZEGOVINA

Febrero 25, 2008

“Queridos hijos: En este tiempo de gracia, los invito nuevamente a la oración y a la renuncia. Que su día esté hilvanado de pequeñas y fervientes oraciones, por todos aquellos que no han conocido el amor de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”


El mensaje en esta ocasión debemos verlo como una continuación del anterior 25 de enero cuando la Virgen nos invitaba a entrar en la cuaresma como tiempo de gracia. En aquella ocasión dijo: “Queridos hijos: Con el tiempo cuaresmal, ustedes se acercan a un tiempo de gracia. Su corazón es como una tierra labrada y está pronto a recibir el fruto que germinará en bien. Ustedes, hijitos, son libres de elegir el bien o el mal. Por eso los invito: oren y ayunen. Siembren alegría, y en sus corazones, el fruto de la alegría crecerá por vuestro bien, y otros lo verán y lo recibirán a través de su vida. Renuncien al pecado y elijan la vida eterna. Yo estoy con ustedes e intercedo por ustedes ante mi Hijo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!” Ahora nos dice: “Queridos hijos, en este tiempo de gracia los invito nuevamente a la oración y a la renuncia.” La Madre no quiere que subestimemos este tiempo de gracia. Por el contrario, espera que nuestros corazones estén completamente abiertos a Dios y a su gracia y los medios por excelencia para lograrlo, son la oración y la renuncia. ¡Ambas cosas!

La oración comporta siempre un diálogo de amor con Dios en la soledad, el grupo de oración, la oración litúrgica, la adoración a Jesús sacramentado… pero, desde el recogimiento del corazón. En la oración hay que saber escuchar a Dios; no sólo hablarle y decirle lo que ya sabe. ¡También hay que saber escucharle! La oración es siempre un coloquio de amor, de puro amor y de amor puro. Y para ello, también es importante la renuncia. Si no sabemos renunciar a nuestra voluntad tendremos dificultad para saber escuchar a Dios. El problema no consiste solamente en que la gente no encuentra tiempo para orar, sino además, en que cuando lo encuentra no sabe como hacerlo. Por eso la Madre nos invita también a la renuncia. Si la oración no va acompañada de la renuncia nos podríamos transformar en una especie de teléfono que sólo recibe y transmite información pero que no es conciente de su existencia. Lo mismo puede ocurrir con la oración. La gente puede orar sin experimentar nada. Recordemos, por otra parte, que cuando Jesús nos invitó a seguirlo, su primera condición fue la renuncia y no que aprendiéramos el catecismo o que desarrolláramos vida de oración: “El que quiera venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame” cf Lc. 9:23. Entonces, sin la renuncia no puede haber auténtico seguimiento del Señor y tampoco se puede orar correctamente; —de hecho el new age y algunas religiones orientales, separan la oración de la renuncia.

Entonces, en esta cuaresma, particularmente, consideremos la importancia que tienen las renuncias comenzando por aquella interior de la cual ya nos puso en evidencia la Virgen en la Cuaresma de 2006, en la aparición anual a Mirjana el 18 de marzo: “¡Queridos hijos! En este tiempo cuaresmal los invito a la renuncia interior. El camino que los conduce a ello, pasa a través del amor, el ayuno, la oración y las buenas obras. Solamente con una total renuncia interior, ustedes reconocerán el amor de Dios y los signos del tiempo en que viven. Serán testigos de esos signos y comenzarán a hablar de ellos. Hacia eso deseo conducirlos. ¡Gracias por haberme respondido! ”

Para que no nos confundamos, la renuncia interior es la decisión de corazón de rechazar algo que después se concreta en lo exterior y en lo material. Sin la renuncia interior no hay desapego efectivo y afectivo. Todo comienza, entonces, en el corazón. De dentro hacia fuera. Y no lo contrario. Entonces, se puede renunciar a actividades, cosas, personas, placeres… pero sobre todo, hay que renunciar al pecado y a las cosas que dañan la vida espiritual para que Dios reine en el corazón.

También en el mensaje de este 25 la Gospa nos pide que “el día entero esté hilvanado de pequeñas y fervientes oraciones por todos aquellos que no han conocido el amor de Dios”. Cuando hacemos esto, no sólo cooperamos para que la gracia de Dios llegue a muchas almas que no conocen el amor de Dios, sino que nos hacemos un favor a nosotros mismos, ya que muchas veces dejamos de experimentar el amor de Dios en la oración. Luego, la Virgen nos pide que oremos también por nosotros mismos.

Sabemos, que por 20 años, la Madre tiene un encuentro especial de oración con Mirjana el día 2 de cada mes, para orar por esta intención. Y eventualmente, da un mensaje relacionado. Lo interesante, sin embargo, del mensaje de este 25 de mes, es que la Virgen nos pide ahora, que durante todo un mes, oremos en todo momento por este propósito. Es una hermosa tarea, pero nada fácil para quienes no han desarrollado el hábito de la oración continua. Porque no se trata de orar de vez en cuando por quienes no conocen el amor de Dios, sino TODOS LOS DÍAS y TODO EL DÍA con jaculatorias fervientes. Entonces, se podría comenzar el día —como todo hijo de María— con la oración del santo rosario, la Liturgia de las Horas, la santa Misa… y luego: repetir durante toda la jornada, jaculatorias fervientes por quienes no conocen el amor de Dios. Recordemos, como lo dijo la Virgen, que “son ellos quienes ponen en peligro la paz del mundo”, por eso al presente nos invita orar de continuo por esta intención. ¿Estaremos cerca de la realización de los secretos?



Caridad ilimitada: De Aristóteles a Jesucristo - El arma sorprendente de la caridad

Aristóteles en su gran búsqueda de la sabiduría, llegó a la conclusión de que «la virtud está en el medio». No se debe pecar ni por exceso ni por defecto. Así, el hombre valeroso no debe ser cobarde, pero tampoco temerario. Si se quiere ser virtuoso, hay que colocarse a la mitad.
        
Sin embargo, Cristo trajo ciertas modificaciones a la teoría aristotélica; modificaciones que, además, parecen ser contradicciones: morir para vivir, servir para ser el más importante, entre otras. Todas, claro está, vividas hasta el extremo, sin medianías. Quizá la más incomprensible de estas contradicciones sea: «haced el bien a quienes os hacen el mal y orad por vuestros enemigos». ¿De verdad es posible cumplir esto?
        
El 29 de enero de 2006 se realizaron en Samarra (Irak) unos ataques contra dos iglesias cristianas, muriendo varios fieles. Semanas más tarde, se realizó un atentado por parte de grupos radicales musulmanes contra una mezquita chií en Samarra. De la mezquita sólo quedaron ruinas. La respuesta de los fieles católicos sorprendió al mundo: comenzaron una campaña de recolección de fondos para ayudar a la reconstrucción de la mezquita.
        
Mons. Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia, celebró una misa durante su visita pastoral a Mascate, Arabia Saudita. Durante la oración de los fieles se hizo una plegaria por el sultán Kaboos. Estos cristianos rezan por alguien no cristiano cuando sólo a pocos kilómetros de Mascate, cruzando la frontera, llevar un crucifijo podría significar pena de muerte debido a las leyes islámicas.
¿No se está exagerando según la doctrina aristotélica? Según la doctrina aristotélica, sí; pero según la doctrina de Cristo, no. Parece una locura lo que hacen estos cristianos. Puede ser que lo sea pero, en todo caso, es una locura de caridad. Porque lo que lleva a estas “locuras” no es, de ninguna manera, un motivo social, político o económico. Es únicamente la caridad de Cristo que vive y se realiza en los corazones de todos estos cristianos. Es el ejemplo de su Maestro el que les da fuerza. Tienen grabadas a fuego en el corazón las palabras de Jesús: «en esto sabrán que sois mis discípulos».
        
Hace dos mil años un puñado de pescadores cambió un imperio romano que nadaba en intrigas y asesinatos. La gente escuchaba que los cristianos eran enemigos del Estado porque eran criminales. Pero cuando los veían, sólo se podía decir de ellos: « ¡Mirad cómo se aman!». La caridad era su única arma y con ella vencieron todo un imperio que tenía legiones en todas sus fronteras.
        
Hoy debemos conquistar un nuevo imperio. Un imperio regido por el egoísmo, la indiferencia, el odio, las guerras, la avaricia. Y nuestra arma no será distinta; será, una vez más, la caridad. El Papa ha lanzado un primer batallón de choque con su encíclica «Deus caritas est». Nosotros debemos comenzar la lucha cuerpo a cuerpo con quienes nos rodean. Sonreír a quien nos critica, saludar a quien nos guarda rencor, ayudar a quien nos pone trabas, perdonar a quien nos ofende. Éstas son las armas que debemos usar para vivir nuestra única consigna: «amaos como yo os he amado». La victoria en esta batalla depende de nuestra acción, de mi acción. ¿Qué voy a hacer hoy para vivir la caridad con quien está a mi lado?



MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA REINA DE LA PAZ DEL MES DE ENERO DE 2008 Y REFLEXIÓN DEL P. FRANCISCO Á. VERAR - MEDJUGORIE-BOSNIA HERZEGOVINA

“Queridos hijos: Con el tiempo cuaresmal, ustedes se acercan a un tiempo de gracia. Su corazón es como una tierra labrada y está pronto a recibir el fruto que germinará en bien. Ustedes, hijitos, son libres de elegir el bien o el mal. Por eso los invito: oren y ayunen. Siembren alegría, y en sus corazones, el fruto de la alegría crecerá por vuestro bien, y otros lo verán y lo recibirán a través de su vida. Renuncien al pecado y elijan la vida eterna. Yo estoy con ustedes e intercedo por ustedes ante mi Hijo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

Una vez más la Reina de la Paz cumple con su cita habitual, al darnos su hermoso mensaje mensual. Y en esta ocasión, nos está invitando a prepararnos para entrar de lleno en la próxima cuaresma. Sabemos que una característica de los mensajes de la Virgen, es que los mismos se adaptan al tiempo litúrgico. La Madre, desde el cielo, vive con sus hijos de la tierra la santificación del tiempo.  El mensaje de este mes, pues, es una invitación a vivir con fuerza la próxima cuaresma. Y la Madre nos ha recordado que la Cuaresma, ante todo, es un tiempo de gracia para dedicarlo a la oración, el ayuno y la alegría.


El mensaje comienza diciendo que nuestro corazón es “como una tierra labrada y está pronto para recibir el fruto que germinará en bien”. Para María Madre, no existe el corazón “no labrado”. Todos tenemos, en cierta manera, algo de “tierra fértil”; de la que Jesús habla en el evangelio (cf. Mt 13:1-23) cuando el sembrador sale a sembrar: una parte de la semilla cae en el camino, otra entre piedras, otras entre espinos y por fin… otra en terreno fértil. Jesús en esa parábola no quiere establecer diferencias entre sus oyentes, sino por el contrario, invita a todos a tomar partido de la “tierra fértil”. Nos recuerda que todos poseemos la “tierra fértil” y que, por consiguiente, no debemos permitir al Maligno arrancar lo que el Hijo del hombre siembra. Ni debemos permitir que las preocupaciones de la vida o el afán por las riquezas, ahoguen Su Palabra. La Virgen en el mensaje de este 25 se hace eco de la parábola del sembrador que escucharemos los próximos días, en la liturgia cotidiana de la Iglesia.

Para Jesús y María todos somos “tierra fértil”, todos somos “tierra labrada”. No pensemos que Jesús y María intentan subirnos la autoestima. Se trata más bien, de aceptar una realidad teológica existencial: todo hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios; ha sido coronado de gloria y dignidad, creado un poco inferior a los ángeles (cf. Sal 8) San Ireneo llegó a decir: “el hombre viviente es la Gloria de Dios”. Todos, pues, por el mismo Dios, somos “tierra labrada”. Ha sido Dios quien ha preparado Su tierra para sembrar Su gracia. Sin embargo, siempre habrá alrededor lobos rapaces que intentarán sofocar lo que Dios ha labrado (cf. Mt 13:24-ss). Es el sentido del mensaje de María de este mes. Aunque el Maligno y otros enemigos del alma sofoquen el Espíritu, como hijos de Dios, insistamos que somos “tierra labrada”; y el corazón está pronto para recibir “el fruto”. Fijémonos bien que la Virgen no habla de recibir la semilla, sino “el fruto”, porque la semilla trae por si misma “el fruto”. Dios no siembra semillas que no germinan, siembra, más bien, frutos que de por si contienen las semillas. O dicho de otra manera: siembra semillas que germinan en fruto. El Maligno, por el contrario, hace lo opuesto: siembra la cizaña, y todos sabemos que la cizaña no da fruto. Es fácil ver de esta manera lo que viene del Maligno: lo que no prospera en bien, lo que no da fruto. En dos mil años de cristianismo no se conoce un solo fruto que hay dado Satanás al mundo. Sin embargo, son innumerables los del Espíritu Santo. Entonces, es fácil discernir lo que siembra Dios en el corazón y lo que viene  del Maligno: por los frutos se conoce el árbol. “Un árbol bueno no puede dar frutos malos como tampoco un árbol malo no puede dar frutos buenos” (Mt 7:17).

La segunda parte del mensaje es la invitación a dar fruto, la Virgen dice: “son libres de elegir entre el bien y el mal”. Si elegimos el bien, la “tierra labrada” que somos producirá fruto, si elegimos el mal, la tierra labrada que poseemos germinará en mal. Los frutos que podamos dar no dependen de la tierra, porque siempre es buena, depende más bien lo que cada uno siembre en ella. Y la Madre nos invita ha cosechar el “bien” sembrando tres semillas en Cuaresma: la oración, el ayuno y la alegría.

La primera semilla, es la oración y la oración siempre es un coloquio de amor con Dios. No se trata de repetir con los labios, fórmulas mecánicamente. Si no más bien abrir el corazón. Cuando se ora y no se abre el corazón, no puede haber experiencia de Dios. Se pierde el tiempo y en cierta manera, se lo hacemos perder a Dios. Porque si no le abrimos el corazón a Dios en la oración, Él no puede trabajar como quisiera. Entonces, hay que orar con el corazón abierto. Como cuando se siembran las semillas en tierra: si la tierra no tiene surcos no produce fruto. Lo mismo ocurre con el corazón del hombre: si el corazón no tiene surcos, no puede recibir el agua viva del Espíritu Santo, que riega la semilla de la gracia que Dios deposita en él. Entonces, hay que orar con el corazón abierto de par en par; sin algún tipo de reservas. Sin miedo a lo que Dios pueda pedir. La Virgen ha dicho: “Quien confía en Dios no tiene nada porque temer, todo será para su bien”. Además, la Virgen nos ha pedido que recemos cada día, al menos, tres partes del santo rosario; que además tengamos un grupo de oración; que adoremos a Jesús sacramentado; que oremos utilizando la Biblia; que adoremos a Dios en el silencio del corazón… pero, sobre todo, que oremos con el corazón.

La segunda semilla, es el ayuno a pan y agua. Y sabemos que la Virgen ha pedido este ayuno los miércoles y viernes; no solo durante la cuaresma, sino durante todo el año; a excepción de las solemnidades. No hay que tenerle miedo al ayuno, sino a las gracias que podríamos perder de no ayunar. Hay gracias que sólo nos vienen a través del ayuno. Los Padres de la Iglesia enseñaron que lo que es la oración para el alma lo es el ayuno para el cuerpo. Diríamos además, que quien espera dar abundante fruto en la Iglesia no puede prescindir del ayuno. Recordemos las palabras de Jesús: “Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará”(Mt 6:16). Jesús habla claramente de una recompensa que el Padre otorga a quienes ayunan “en privado”. Luego ayunar es positivo para la vida espiritual. Recordemos que la Cuaresma comienza con un día general de ayuno el miércoles de ceniza, y termina con otro: el del Viernes Santo. Entonces, la Cuaresma tiene como marco referencial la práctica del ayuno.

La tercera semilla que la Madre nos pide sembrar es la virtud de “la alegría”. Curiosamente, la Virgen pudo hablar de la limosna o de la caridad, como, efectivamente, lo ha hecho en otros mensajes. Pero esta vez, unido a la oración y al ayuno, menciona “la alegría”. Y nos dice que por su medio, crece “el bien”. Esta parte del mensaje es muy importante. María habla del “fruto de la alegría que crece y germina en bien”. O sea, que debemos cultivar la alegría para producir el bien; como fruto. Veamos un ejemplo. Un día un niño le preguntó a un sacerdote un consejo sabio para ser santo, y el padre le respondió, “que no había un medio para más eficaz, inclusive que las mismas penitencias, que vivir en la alegría cumpliendo siempre el deber de estado”. El niño al morir a temprana edad fue declarado santo, se llamaba Domingo Savio, y el sacerdote que le aconsejó se llamaba Don Bosco. El consejo que lo santificó fue: “vivir siempre alegre”. Domingo escribió, que hasta ese día “no sabía que permanecer siempre alegre, en medio de las pruebas, era un medio eficaz para adquirir la santidad.” San Francisco de Sales llegó a escribir también: “un santo triste es un “triste santo””. La Cuaresma no es un tiempo triste, sino de alegría,  porque Jesús con su muerte nos abrió las puertas del Paraíso. Si la Virgen nos pide, que cultivemos la virtud de alegría seguramente, nos lo pide porque se da cuenta que muchos de sus hijos, dejándose llevar por los problemas, cotidiano, dan un mal testimonio a los demás.

Por último la Madre dice en el mensaje de este mes: “renuncien al pecado y elija la vida eterna”. No es la primera vez que la Madre habla de esto. No basta, para producir fruto ejercitarse en la oración, el ayuno y vivir siempre alegre. Cada cual debe examinar su conciencia también y preguntarse: si no se vive, por caso, una vida doble. Una vez, con profundo halago, Jesús se refirió  de un hombre que acababa de conocer de esta manera: “ahí tienen a un verdadero israelita en quien no hay doblez (Jn 1:47)”. Es decir, “ahí tienen a un hombre cabal con sus principios; en quien no hay engaño, en quien no persiste un corazón dividido”. Ese hombre se llamaba Natanael, y  llegó a ser un Apóstol de Jesús. Natanael había toma en serio la conversión y por ello Jesús lo llamó para que lo siguiera. Natanael había renunciado para siempre al pecado. La Virgen no quiere que haya doblez en el corazón de sus hijos, espera, por el contrario, que todos seamos coherente con nuestra fe. ¡Sea alabado Jesucristo!



Mensaje de la Virgen María en Medjugorie del 2 de enero de 2008

“Queridos hijos: los amo con todas las fuerzas de mi corazón y me entrego a ustedes. Como una madre lucha por sus propios hijos, yo les exhorto y lucho por ustedes. Y a ustedes les pido que no teman y que se abran de tal modo que puedan amar y entregarse con todo el corazón a los demás. Cuanto más actúen de esta manera tanto más recibirán y comprenderán mejor a Mi Hijo y el don que les hace. Por medio del amor a Mi Hijo y a mí es como los reconocerán. Les agradezco”

Comentó luego Mirjana: “La Virgen durante la aparición, bendijo a todos los presentes y los objetos religiosos. Pidió también  oración y ayuno por nuestros pastores”.

Reflexión P. Francisco Ángel Verar Hernández

Desde hace 20 años, la Virgen tiene un encuentro especial de oración con los peregrinos que están en Medjugorie, a través de Mirjana, el 2 de cada mes. Se reúnen para este encuentro miles de peregrinos. Este año, había en Medjugorie, más de 60 mil  que se dieron cita para recibir el año Nuevo del Señor.
El encuentro con la Virgen, se da en la Comunidad Cenáculo (a elección de Mirjana) en las primeras horas de la mañana. Después del rezo del rosario, la Virgen dio este hermoso mensaje.
 
Una vez más, la Madre nos hace tomar conciencia de su inmenso amor por toda la humanidad. Cuando la Madre dice: “Los amo con todas las fuerzas de mi corazón”, no le está hablando a los videntes o a los habitantes de Bosnia; ni siquiera a la Iglesia. Le habla más bien, a toda la humanidad. Recordemos que María es madre de todos los hombres, sin excepción. El 1 de enero de cada año, está consagrado en la Iglesia a la memoria de la maternidad divina de María. El año civil comienza en la Iglesia con María, invitándonos a confiar en Ella, invitándonos a imitar sus virtudes. Recordemos que María fue el medio que Dios utilizó para venir a este mundo. Y por consiguiente, también es el mejor medio, por el cual nosotros podemos llegar a Él.
 
La Madre nos ha dicho al inicio de este Nuevo Año: “Los amo con todas las fuerzas de mi corazón y me entrego a ustedes”. Empezamos el año, con palabras llenas del amor de María. La Madre sabe, que el ser humano necesita afecto, que el ser humano busca afecto en sus padres, en una relación interpersonal, en la amistad… pero sabe además, que muchos pasan por alto, el inmenso amor que Ella nos tiene. En estos 26 años y 6 meses que la Madre aparece en Medjugorie, ha dicho muchas veces: “queridos hijos si ustes supieran cuanto los amo llorarían de alegría”. En un mundo donde continuamente se promueve la sensualidad, mensajes románticos por la mass media, no podemos pasar por alto, el gran amor que la Madre tiene por cada uno de sus hijos. El amor de María por nosotros, es incomparable a cualquier otro amor humano, y el Nuevo Año es la ocasión propicia para poder experimentarlo en plenitud. Es lo que Ella desea. Entonces, podríamos preguntarnos: ¿Qué podemos hacer para experimentar este amor celestial? La misma Madre nos da la respuesta, y nos pide que hagamos dos cosas: Abrir el corazón y no tener miedo.
Abrir el corazón en el lenguaje espiritual, es sinónimo de entrega, abandono, confianza, acto de fe… sin el recogimiento interior no se puede experimentar el amor de María, ni el inmenso amor de Dios. Y el amor que podamos experimentar de la Madre, no es exclusivista. Por el contrario, quien experimenta el amor de María, no tendrá dificultad  para abrirse y decidirse por el amor al prójimo. El amor a María no es una cuestión optativa en el cristianismo, sino, parte integral de nuestra identidad y dignidad como hijos de Dios y discípulos de Cristo. En la Iglesia de Jesús, no puede haber cristianos marianos y cristianos que rechacen a María, que no la conozcan, que no la amen o que sean indiferentes. No podemos hablar de Iglesia, si en Ella no está María. La verdadera Iglesia de Cristo, honra y acepta a Su madre. Ama a Su Madre, se abre al amor de Su Madre. Seguimos el ejemplo del mismo Dios, Quien fue el primero en abrirle el corazón. De otra manera no hubiese nacido por medio suyo.
 
El amor de María por nosotros, es incondicional, puro, limpio, perfecto, santo… y de este modo debemos corresponderle. La Madre nos pide que abramos el corazón a Su amor. Un día dijo la Virgen: “…entréguenme sus corazones, permítanme entrar en ellos para que yo los cambie.”. ¡Qué triste que muchos en el mundo, experimenten tantos amores y sean tardos para experimentar el amor de María, la Madre de Jesús y la Madre de toda la humanidad!
 
En el mensaje también dice: “Como una madre lucha por sus propios hijos, yo les exhorto y lucho por ustedes.” Como diciéndonos, “no hay diferencia alguna entre las madres de la tierra y la relación que tengo con ustedes”.” No se dan cuenta de todo lo que estoy haciendo por ustedes, por su salvación…” Y agrega: “Yo me entrego a ustedes, yo lucho por ustedes, yo los exhorto…” Medjugorie es una extraordinaria oportunidad, para que toda la Iglesia y toda la humanidad conozcan más a María. Ya había profetizado Luis María G. de Monfort, que antes de la segunda venida de Cristo, el nombre de María sería dado a conocer a la humanidad como nunca antes en toda la historia, y Medjugorie es la realización de esa profecía. Pero debemos aclarar, que la Virgen no aparece en Medjugorie buscando su gloria, sino exclusivamente la de la Santísima Trinidad y la extensión del Reino de Cristo.
 
También en el mensaje de este inicio de año, la Virgen nos pide que nos entreguemos y amemos con todo el corazón al prójimo. Sabemos que estas palabras, resumen cuanto Jesús nos enseñó sobre el amor al prójimo, y son muy propicias para el inicio de un nuevo año. María nos está dando las coordenadas principales, de cuanto debemos vivir a lo largo del 2008. Si nos fijamos bien, esas coordenadas se resumen en el amor: Amor a Jesús y a María, y amor al prójimo; sin barreras, sin exclusivismos, sin distinciones… Ese amor evangélico, que no hace acepción de personas ni conoce límites. Y en la medida que ese amor hacia el prójimo va acrecentando, vamos conociendo y comprendiendo más a Jesús y a Su Madre, Nuestra Madre.
 
Feliz y venturoso Año Santo del Señor 2008.



LA VIRGEN MARÍA NARRA LA NAVIDAD EN MEDJUGORIE

Por Padre Francisco Á. Verar Hernández

La diaria presencia de la Virgen María en Medjugorie, por más de 26 años, es la más grande intervención de Dios, después de Pentecostés, en la historia de la humanidad. Y una vez reconocida la sobrenaturalidad del fenómeno por parte del Magisterio: será el acontecimiento eclesial que más realce dará a la figura de María en la historia. Recordemos que en Medjugorie, la Virgen María, le narró durante dieciocho meses su vida a los videntes.  Y a Vicka, le pidió que lo pusiera todo por escrito.  Vicka llegó a escribir tres cuadernos y espera la indicación de la Virgen para que “esta vida” se publicada.  Según Vicka, la Virgen le narró su vida desde su nacimiento hasta su Asunción a los cielos.  Esta narración termino en Pentecostés de 1983.
 
Otro dato interesante, es que los videntes afirman que la Virgen les dijo, mientras corría el año 1984, que el día del Bimilenario de su nacimiento era el 5 de agosto.  Aquel mismo año, una de las videntes, Jelena tuvo la siguiente visión de la Navidad, el 25 de diciembre.  Esta visión aparece el libro “Oren Juntos con el Corazón Alegre”, del Padre Slalvko, quien fuera Padre Espiritual de los videntes.
 
—“La Virgen me había prometido el 22 de diciembre, que el 25 me iba a mostrar como vivió la Navidad; y tuve la siguiente visión: 
 
—Al inicio vi un ángel, que luego  desapareció. De inmediato todo se volvió oscuridad y de la oscuridad, poco a poco, apareció un cielo estrellado.  En el horizonte vi a alguien que se acercaba.  Era san José con un bastón en la mano. Caminaba sobre una calle empedrada y en el fondo, hacia donde se dirigía, vi varias casitas iluminadas.  Al lado suyo, vi un mulo, y sobre él, vi a la Virgen muy triste, mientras le decía José: “Estoy muy cansada.  Mucho desearía que alguien nos hospedara esta noche”.  Y José contesto: “Allí hay casas. Pediremos allí”.  Al acercarse a la primera casa, José llamó a la puerta. Alguien le abrió, pero a penas vio a José y María, cerró inmediatamente la puerta. Esta escena se repitió varias veces. Y en algún caso, para incitarle a María y a José que no llamaran a las puertas mientras se dirigían hacia sus casas, llegaron hasta a apagar las luces interiores.  Ambos estaban muy tristes, y José particularmente estaba muy adolorido, confundido y turbado por todos estos rechazos. María en medio de su tristeza lo animó diciéndole: “¡José: conserva la paz!, ¡el día de la alegría ha llegado! Sin embargo, ahora deseo orar contigo porque hay mucha gente que no le permite a Jesús nacer!”.

“Después de haber orado, María dijo: “¡José, mira: allá abajo hay un establo!  En verdad allí no duerme ninguno.  Seguramente está abandonado”. Y de esta manera se dirigieron hacia allá.  Adentro hay un mulo y llevan también el suyo delante del pesebre.  Entonces, José recoge un poco de leña para encender el fuego.  Luego coloca un poco de paja; pero el fuego se apaga inmediatamente, porque tanto la leña como la paja estaban sumamente húmedas.  Mientras tanto, María, busca como calentarse cerca de los mulos. 
 
Sucesivamente, se me presentó una segunda escena.  El establo, que hasta ahora estaba poco iluminado, de pronto se iluminó como si fuera de día.  Y de momento, cerca de María, vi al Niño Jesús recién nacido, mover las manitas y los piecesitos.  Tiene un rostro sumamente dulce; parece que ya sonríe.  El cielo, por otra parte, se llena de muchas estrellas luminosas.  Arriba del establo vi dos ángeles que llevaban en la mano algo parecido a una bandera grande, sobre la cual estaba escrito “¡Te glorificamos, oh Señor!”. Sobre estos dos ángeles, había un enorme ejército celestial que cantaba y glorificaba a Dios.  Luego, algo distante del establo, vi un grupo de pastores que cuidaba su rebaño. Están cansados y algunos ya dormían.  Y he aquí que un ángel se les acerca y les dice: “Pastores escuchen la buena nueva: ¡Hoy Dios ha nacido en medio de ustedes! Lo encontrarán recostado en el pesebre de aquel establo.  Sepan que lo que les digo es cierto”.  De inmediato los pastores se dirigieron hacia el establo y, habiendo encontrado a Jesús,  se arrodillaron y le ofrecieron  sencillos dones.  María les agradece con dulzura y agrega: “Les agradezco por todo, sin embargo, ahora quisiera orar con ustedes porque muchos no quisieron acoger a Jesús que estaba por nacer”. 
 
Después de esto, desapareció instantáneamente esta segunda escena y apareció la tercera. Vi en Jerusalén los Magos que preguntaban por Jesús, pero nadie sabía darles información al respecto; hasta que vieron levantarse de nuevo la estrella cometa que los guiaba hasta el establo de Belén.  Extasiados y conmovidos, observan al Niño Jesús, se inclinan rostro en tierra para adorarlo profundamente y luego le ofrecen dones preciosos.  María les agradece y les dijo luego: “Ahora deseo orar con ustedes porque muchos hombres no quisieron adorar a Jesús”.

Hasta aquí la narración de la Navidad según Jelena.  Agregamos que ese mismo año, el 15 de diciembre, la Virgen sugirió los siguientes temas de meditación para los días de la Novena de la Navidad. 
 
1. Habrán sus corazones, porque Jesús quiere habitar en ellos después de Navidad.
2. Acojan la Navidad con alegría.
3. Purifíquense para la Navidad.
4. De ahora en adelante, permitan que Jesús ocupe el primer lugar en sus corazones.
5. Permitan que sólo Jesús los colme de alegría.
6. Permitan que el amor esté presente en cada una de sus palabras.
7. Nace el Hombre – Dios que desea el mundo unido.
8. Vivan en Jesús.
9. No se aparten de la Navidad.

A continuación, algunos mensajes de aquel mismo año sobre la Navidad
 
16 de diciembre:
“¡Queridos hijos: procuren que de la iglesia emane la fragancia de Navidad! ¡Y que la Navidad esté ya en los peldaños de su casa! Purifiquen sus corazones, de manera que estén listos para recibir a Jesús en Navidad.  ¡No permitan que las cosas materiales tomen la delantera sobre la Navidad de Jesús! Queridos hijos, Jesús nace: ¡recíbanlo con un corazón alegre!”.

18 de diciembre: “Queridos hijos: deseo que cada uno de ustedes prepare en su corazón el pesebre para Jesús”.

21 de diciembre: “Queridos hijos: deseo que ustedes sean como una flor que florece en Navidad para Jesús; una flor que no se marchitará, y que nunca cesará de florecer aún cuando la Navidad halla pasado.  Deseo que sus corazones sean como los pastores de Belén delante del pesebre de Jesús”.

25 de diciembre: “¡Deseo que esta sea para ustedes una Navidad luminosa!”.